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Niñas con pene, niños con vulva y las chorradas varias.

Llevamos unas semanas de polémica con el mundo LGTB por una campaña de Chrysallis que versa así: "existen niñas con pene y niños con vagina"

A raíz de todo esto ha leído varias cosas, a pesar de que he intentado evitarlo, proclamando la inconveniencia del mismo, porque los niños son niños y las niñas son niñas y ya tal. Y que la ideología de género es muy mala, que ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, lo suelto también.

Antes de entrar en algo que parece ideológico, permítanme que me remita a lo biológico:

¿Qué hace a un individuo hombre o mujer? 

En primer lugar, el aspecto genético: Un hombre tiene carga cromosómica XY y una mujer XX ¿Verdad? ¿A que es fácil? ¿Si?

Pues no, porque los discípulos de Mendel pronto descubren que hay otras cosas como los pseudohermafroditismos masculino con el Síndrome de Morris y femenino con la hiperplasia suprarrenal congénita. En el síndrome de Morris hay una insensibilidad a la testosterona, de manera que todos los caracteres sexuales externos son femeninos pese a un cariotipo XY. Así que hay una discordancia entre el sexo cromosómico y el fenotipo. Los niveles de testosterona son elevados, pero no hay sensibilidad a ellos. Son...si, niños con vulva. Eso no tienen nada que ver con los LGTB, de verdad. Es mezclar burdamente churras con merinas, lo sé. Solamente explico este ejemplo para que dejen de decir que "no hay niños con vulva". Si los hay, señores, y sin temas de género ninguno; por pura biología. Así que si se quieren poner estrictos en lo que es un niño y una niña, por favor, aclárense ustedes antes.

Lo segundo que delimita la identidad sexual sería el aspecto, la expresión anatómica de la sexualidad. Eso se ve rapidito al nacer ¿verdad? (siempre y cuando no tengas una sorpresita del tipo de las anteriormente señaladas)

Entonces: ¿qué es un niño? ¿El que tiene cariotipo XY, el que tiene pene o el que se identifica con un género masculino? Igual es que simplemente no nos encaja en nuestra pequeña cabecita que otros tengan unos criterios sobre su identidad sexual distintos a los nuestros: "No, tú eres un niño porque YO me siento cómodo diciendo que eres un niño" Así, el bienestar del que define prima sobre el del definido. Y nada nos gusta más que definir o etiquetar a otros. ¡Qué bonito sería al mundo para muchos sin esas cosas tan confusas como lesbianas, gays, trasngénero, bisexuales...! Y, ya que estamos, sin feministas, sin izquierdosos, sin fachas, sin mujeres que no quieren ser madres, sin mujeres que quieren ser madres, sin mujeres con vida sexual activa, sin promíscuos ni promíscuas, sin asexuales... Y si no me gusta, puedo decir que lo suyo es patológico, para separarlo de lo mío, que es lo que está bien y es normal, de toda la vida...

Al final ese es el asunto fundamental: Que yo, como observador, pueda ver las cositas bien ordenadas y sin que cuestionen mi escala de valores. Sobre esta rigidez cognitiva se asientan todas las críticas a la campaña de Chrysallis. Creo incluso que han recibido alguna denuncia por su cartel... cuando lo único que tratan de hacer es visibilizar una realidad.

Otra cosa es que estemos de acuerdo en plantear que hacer con estos niños que, oiga, existen. Posiblemente mi postura como médico no es la misma que tendría como madre, pero es la que tengo que defender aquí.

Dicen los que saben de esto que, aunque puede haber una disforia de género (próximamente llamada incongruencia de género), solamente el 15% acaban siendo transexuales. De los demás, unos tendrán una orientación sexual u otra, otros olvidarán la disforia de género y se adaptarán a su fenotipo. También habrá algunos que se encuentren felices siendo transgénero, vistiendo como el sexo opuesto, incluso con su bloqueo hormonal... Esto es difícilmente predecible.

Lo que indican los protocolos es un acompañamiento al menor, no alentando una actitud ni otra. El abordaje debe ser individual puesto que el grado de incomodidad que les produzca esa incongruencia será distinto. Algunos se sienten felices con actitudes más ambiguas, otros se mostraran completamente incómodos.  Hay que recordar que las soluciones quirúrgicas difícilmente tienen marcha atrás. Pero también que con una buena aceptación por parte del entorno y familiares las cosas son mucho más fáciles para los niños. En algún momento el niño se ubicará en algún punto del continuo hombre-mujer. Desde luego, lo que no va a ser es lo que otros quieren que sea.

Parte de la polémica reside en considerar la disforia de género como patología o no. He leído de todo en estos días. Desde compañeros que lo han comparado con la anorexia, gente que dice que "por qué se tienen que tragar ellos que otros vean como normal lo que no lo es"....incluso hemos podido recordar distintas teorías sobre la etiología de la disforia de género. Para resumirlas, como casi todo en psiquiatría, la culpa es de la madre.

Así se comprende el cabreo de los colectivos LGTB con la psiquiatría y que rechacen que aparezca en cualquier manual psiquiátrico.

Evidentemente, desde el punto estadístico no es "normal" porque no coincide con la Norma. Pero es que ser pelirrojo tampoco coincide con la norma y no por eso es patológico.

El asunto es que la transexualidad requiere una intervención médica, tanto por parte de psiquiatría como por endocrinología y cirugía. Así que necesitamos darle un nombre. No todo lo que tienen nombre en salud mental es una patología. Codigos Z, por ejemplo, incluyen otras causas de asistencia a los servicios sanitarios (Z32.1, embarazo confirmado, por ejemplo). Parece que aquí se puede incluir la incongruencia de genero. Y el término "incongruencia" no parece muy inadecuado, puesto que es lo que hay: una identidad de género que no coincide con el fenotípico.  Desde luego, es más adecuado que "disforia de género", puesto que lo que ocasiona sufrimiento generalmente es más el rechazo de otros (y de uno mismo) que la propia identidad.

Otra cosa que he leído, ya que, como dije antes, el Pisuerga pasa por Valladolid, es que "en los colectivos LGTB se discrimina a los creyentes" y que son estos los que se pueden ver discriminados con la ideología de género.

Nunca he sido de un colectivo LGTB, y hace mucho que dejé de ser creyente. Sin embargo, siempre he pensado que no voy a pertenecer a un club que piensa que yo no soy digna. Ninguna de las religiones que conozco ha aceptado demasiado a Lesbianas y Gays. De hecho, ni siquiera me siento muy aceptada en mi condición de mujer. Tal vez considerar que los niños cristianos van a sentirse discriminados por el hecho de que no les dejen discriminar al colectivo LGTB a gusto puede considerarse demasiado sensible. 

En el fondo, en mi opinión esto se reduce a la mala manía que tenemos de juzgar al otro, al que es distinto a mí. Podríamos dejar que el vecino se acueste con quien le de la gana, que se vista como le de la gana o que crea en lo que le de la gana. Pero si es distinto a mí me incomoda.

En ocasiones pienso que necesitamos, como ocurre con los lobos, que haya algún colectivo que actúe como válvula de escape de las tensiones sociales siendo maltratado por el resto.(ya sean LGTB, negros, gitanos, mujeres, gordos, flacos....)  Así, bajo la premisa de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo", los individuos que sufren el acoso y el maltrato de otros actuarían como amalgama de la cohesión social. Y así nos va como sociedad.

Un saludo