
La familia en la enfermedad mental
Ya he dicho alguna vez que la familia, y en concreto la pareja, puede ser origen y amortiguador del sufirmiento.
Un tema que los terapeutas no podemos olvidar es el papel de la familia en la enfermedad y la salud mental, y como la enfermedad afecta a todo el sistema y el sistema influye sobre la enfermedad.
Si bien ante una enfermedad física, con síntomas claros, en los que ves como tu familiar va siendo más dependiente, el sufrimiento puede ser inmenso, lo cierto es que el familiar tiene algo concreto que mirar. No es "mi hermano" el que me hace sufrir sino "la enfermedad de mi hermano"
Sin embargo, cuando hablamos de una enfermedad mental, el familiar no tiene un ente distinto a su ser querido sobre el que quejarse. Si mi mujer está deprimida... ¿Es mi mujer, que no quiere poner de su parte? ¿O es el monstruo de la depresión?
Así el familiar se encuentra desconcertado. Ve que el afecto al que estaba acostumbrado se pierde, que aparecen reacciones que no conocía. Se siente agredido por el enfermo continuamente y sin saber que esperar... ni a quien culpar. Y, encima, las enfermedades mentales no se curan en una semana. Un proceso depresivo puede durar meses, un cuadro psicótico puede suponer un antes y un después en la vida de cualquier persona. ¿Cual es el modo adecuado de reaccionar?
Ante estas tesituras el papel del terapeuta debe ser de comprensión, empatía y ausencia de juicio. No conocemos la relación que tienen los familiares antes de la enfermedad, cual ha sido su vínculo, su apego... y no podemos juzgar si su actitud después de ella es ética o no: Según los apegos creados, la escala de valores del entorno familiar, los afectos y los rencores, así podrá ser el acompañamiento.
En una familia con un apego pobre, con escaso afecto, puede que el enfermo mental se quede mucho más desamparado que en otra más cohesionada. Pero es que además, un retraso en el diagnóstico adecuado va mermando las relaciones familiares. Por ejemplo; en una familia con un progenitor con problemas de alcoholismo van a ir apareciendo heridas, rencores, dolor... que se podría limitar reconociendo el problema antes, dando a la familia recursos emocionales adecuados y el tratamiento tanto farmacológico como terapéutico necesario.
En el caso de un niño con TDAH, por poner otro ejemplo, retrasar el diagnóstico hace que aparezca un mayor oposicionismo, que los padres se sientan más frustrados, el niño más inútil, menos querido y más furioso, con mayor tendencia a tener conductas de riesgo y adictivas. Si el diagnóstico es muy tardío el sistema familiar se puede deteriorar completamente: los padres solamente vivirán en el conflicto, el niño sentirá que no vale para nada y establecerá conductas defensivas... un auténtico desastre.
Además los terapeutas debemos ser capaces de dar a los familiares de los pacientes información veraz sobre la situación que viven, siempre respetando la intimidad del enfermo. Debemos ser capaces de explicar lo que sabemos y reconocer lo que no sabemos. Tratar de resolver al máximo la incertidumbre sin faltar a la verdad y exponiendo nuestras propias lagunas. No debemos tratar de predecir el futuro, pero si dar unas posibilidades de lo que puede pasar.
Y, por supuesto, darle pautas adecuadas sobre lo que pueden hacer para colaborar en la recuperación de su ser querido, así como hacerles entender que pueden y deben adoptar estrategias de afrontamiento y protección ellos mismos, sin que el sentimiento de culpa les haga exponerse aún más: preservar el espacio propio, tener hábitos de vida sanos, una red social de amistades que les permita temporalmente evadirse... cuestiones que les permitirá permanecer en un estado mejor para ayudar al enfermo.
En mi consulta me encuentro frecuentemente con familiares muy preocupados que se preguntan cuanto durará la enfermedad, si se recuperará del todo, si lo que le pasa es porque está enfermo o porque "él es así"... Trato, por esto , de dar una explicación clara, franca, de las opciones de tratamiento y de las perspectivas de futuro.
Es la familia lo que va a influir más en la evolución de la enfermedad mental, para bien o para mal. Por esto creo que es fundamental hacer real la máxima de "cuidar al cuidador"